UNA CRUZADA

Habrás de terminar esta Ciudad: 
tu sangre con la piedra en los cimientos; 
erguidas las columnas, roto el viento, 
en pago a tu moción de voluntad.

Tus padres tenderán manos abiertas. 
Los jueces del espejo sonreirán. 
Tus hijos - ¿cuáles hijos? – abrirán – 
quizás - con esa llave - alguna puerta. 

Habrás de concluir este proyecto, 
la unión de tu hermandad fortalecida; 
 y no habitar la Tierra Prometida, 
pagando por lo humano y lo imperfecto.

El trazo de la tiza por las aulas, 
tu paso, que no habrá de registrarse, 
por no querer la Historia devaluarse
con almas que desertan de las jaulas. 

Habrás de redactar en hojas de agua
el Nombre del que amaste (por segundos), 
que no leerán los árbitros del mundo, 
 por no quemar sus ojos en la fragua.

Por fin, pondrás tus huellas en la arena, 
en vano resultado del esfuerzo, 
y habrás de dedicarle algunos versos, 
por no restarle glorias a las penas.

- ¿Y el día que la meta esté lograda…? 
habrás de disponer la retirada.

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