No es la violencia en las olas del mar
la que va haciendo más lisa la roca,
ni es el embate feroz quien provoca
que lo escarpado se empiece a limar.
No es el puñal en la carne ofrecida
el que tatúa la huella en el alma,
sino la suave caricia en la calma
que le sucede al volcán y a la herida,
(como descansan las ramas dormidas,
en una suerte de relajación
después del miedo y la desolación
que el aquilón produjo en su embestida).
No es el asalto a tu puerto cerrado
ni es el disparo de plata en tu pecho,
ni es el abuso del uso y derecho
en tu supuesto corazón blindado.
Ni es la descarga de poesía ignota
preconcebida por el Mal de Amor
de esta falsaria poeta menor,
garabateando en la faz de tu cota.
Es la constancia, sublime atributo,
de acariciar la insondable aspereza
con manos de agua y perfil de entereza,
día tras día, minuto a minuto;
y este tranquilo y silencioso esfuerzo
que, como lluvia pálida y serena,
se va metiendo lento por tus venas
con estos versos, amor, (con estos versos).
¿ Y si quisieras olvidarme, huyendo…?
No sigas leyendo. No sigas leyendo.
N O S I G A S L E Y E N D O