No he querido defenderme del sablazo
de los verbos lanzados con veneno,
conjugados en Malparido Ajeno,
(un modo circunspecto del zarpazo).
Y en la máscara de rubia (embozada)
he puesto a más de uno la carilla
del sonriente, que da la otra mejilla;
y al golpe del puñal, responde nada.
Cobarde. Me gritaron los de afuera.
Apática. Callaron los de adentro.
Tonta. Apuntaban justo al centro
del silencio sangrante, sin siquiera
sospechar que - a veces - el que calla -
selecciona con más tino sus batallas.