MEMORIAS DE UN PINO

— ¿Y a ¨la final¨...? — ¡ Me plantó !
igual que si fuera un pino:
con un regalo en la diestra
y en la siniestra un suspiro.

Parada como un semáforo,
colgando el alma de un hilo,
la blusa floreada nueva
y mis zapatos más lindos.

La lencería estrenada
para ese solo motivo,
y bien aromatizada
con un perfume ¡ carísimo !

El pelo recién planchado. 
Recalentados los bríos.
Los besos recién sacados
del horno a cien grados ¡ mínimo !

Si al menos, que no venía,
¨el señor ¨ me hubiera dicho,
me habría ahorrado tres cuentas,
el mal trago y un fastidio.

Ya tengo unos… veinte brotes,
cinco ramas y dos nidos,
que me da pena tirar
(por los pobres horneritos).

Eché raíz ¡tan profunda!
que a un costado, rompí el piso;
y si fuera Navidad,
tendría luces y adornitos.

Y para peor de peores,
tardó tanto en hacer frío, 
que me crecieron las flores
y estornudo cada cinco

minutos. Una pareja
de novios, muy tortolitos,
me las arrancan con saña,
mientras se cubren de mimos.

De más estará aclararles
que a esos dos no los envidio,
pero al menos ¡que me saquen
las flores con menos ímpetu!

No sé cómo voy a hacer
(sinceramente, les digo)
para volverme a mi casa
si es que no viene este tipo, 

En fin…me dejó plantada,
¡igual que si fuera un pino!
con un regalo en la diestra.
— ¿ Y en la siniestra ?
— Un suspiro.

— ¡ Tan tuyo que parecía... !
¿ No sabés cuál fue tu error ?
— Sí. Sé bien cuál fue mi error: 
le dije que lo quería…

L E D I J E Q U E L O Q U E R Í A