UNA COYUNTURA

No siempre distingue el Árbol,
la raíz de las cadenas, 
y se seca sin saber
que ha gestado su condena.

La Raíz que lo sostiene
no siempre lo fundamenta, 
y a veces se vuelve jaula, 
que lo anuda, que lo frena. 

¡ Cuánto engañan las raíces

cuando mienten ser mecenas, 
mientras asfixian con sombras
a quienes temen romperlas !

Atadura en los tobillos, 
esposas en las muñecas
y anclas fingiendo ser botes
¡ cinco metros bajo tierra ! 
 

igual que duerme el cadáver
en esa infinita siesta
donde declina la vida 
y la luz jamás penetra.

Habrás de elegir ser hoja
endeble, fugaz estrella, 
flor arrojada en el viento 
inventándote <alas nuevas> 

o tronco invernal reseco
cubierto de heridas viejas, 
gimiendo en silencio oscuro, 
atado a las propias rejas.

¿Adónde ha quedado el niño
que enfrentaba las tormentas
sin que se quiebre su voz, 
sin que le tiemblen las piernas? 

con la dicha del coraje, 
con la divina imprudencia
del que no tiene temor
a la humana consecuencia.

Ya es tiempo de renunciar
a preguntas sin respuestas, 
a cárceles invisibles, 
 a las dudas, a las rémoras; 

dejar atrás lo plantado, 
con los riesgos que conlleva, 
y de apostar por el sol
o de secarse en la tierra.

¿ Te vas a morir volando
o aferrado a tus cadenas ?

(Igual habrás de morir
de una o de otra manera…)

Y A E S T I E M P O, mi amor, 
Y A E S T I E M P O