Mi padre se murió hace diez eneros.
El río de las lágrimas expira.
El río de las lágrimas expira.
Decir que aún lo lloro es mentira,
mentir que lo he olvidado es desafuero.
¿Y el patio con las plantas de cedrón?
¿La verde bicicleta en una esquina
de un Banco, resguardada por la encina
en horas de la siesta? ¿Y la canción-
jaqueada por el Tiempo y la inacción -
de Strauss en ese viejo tocadiscos?
¿Y el brillo en el Renault, y el muy arisco
latido de ese roto corazón?
¿Y el propio laberinto de papeles
con números y cuentas, los diversos
volúmenes mostrando El Universo,
poblando los gastados anaqueles?
- ¿ Sus hijos...? - En los mismos escritorios,
andando las idénticas veredas,
gastando los – no sé cuánto nos queda -
en trágicas comedias. Ilusorio
fue el sueño de quien juega a ser poeta,
vestida con un sayo que le es grande,
desnuda en carne viva y que se expande,
queriendo- y no logrando- estarse quieta…
< Las cosas que se fueron, pero aún viven,
debajo de las letras que se escriben >
a ú n v i v e n
a ú n v i v e n
a ú n v i v e n