Tanto dolor en su entraña
tu alma en pena, que suspira,
debiera sin demorar,
manotear dos aspirinas,
y tragar sin masticar
con un poco de agua tibia,
las dos perlas esponjosas
hasta sentir que la alivian.
Entonces, sin más espera,
buscarte una rubia linda
que no esté cruzando el mar,
sino más cerca en tu orilla,
y abordarla con premura
sin ajustarle las bridas,
libres ambos como potros
cabalgando en la campiña.
Y si no es rubia, no importa,
hay morochas que podrían
remediar lo irremediable,
como azúcar en la herida.
Sólo me resta firmar
y afirmar en estas líneas,
que toda cuita se cura
cuando la sangre se activa,
y no moqueando en silencio
como la Virgen María...
Porque no hay Dios, ni Jurado,
ni desangrado Mesías
que te premie por sufrir
males de amores ¡Mi vida!
DIME DE LO QUE ALARDEAS...
Y TE DIRÉ DE LO QUE ADOLECES.
Consejos vendo, para mí no tengo...
¡Pero qué bien los doy! Con qué maestría,
con qué templanza, cuánta algarabía
pongo en los diálogos en que intervengo.
A los amigos que supe ganarme,
y a mis hermanos de sangre y del alma,
les brindo siempre palabras de calma
con la certeza de no equivocarme.
Con mis pacientes pacientes, con todo
ser que tropiece con mi verborragia,
armo en dos frases un pase de magia,
dando una mano… y también el codo.
Logrando al fin lo que con fe persigo,
por mis efectos tan consoladores,
duermen tranquilos con su mal de amores,
apaciguados por hablar conmigo.
Y cuando apago el sol dentro del nido,
voy escondiendo en baldes y fuentones
un mar de llanto con mis oraciones,
a ver si tengo suerte y si te olvido.
Las sombras cubren siempre mi castigo,
mientras yo compro en todos los rincones
curitas marca ¨pobres corazones¨
con la presencia de ningún testigo.
Banderas rotas de valor sostengo
en alto vuelo y sin poder decir
que por tu amor me muero sin morir…
Consejos vendo, para mí no tengo.
Lic. En Psicología Dra. Pura Espuma de Utilería
En algún pueblito perdido de la Pampa Húmeda Argentina
Invierno de 2011
tu alma en pena, que suspira,
debiera sin demorar,
manotear dos aspirinas,
y tragar sin masticar
con un poco de agua tibia,
las dos perlas esponjosas
hasta sentir que la alivian.
Entonces, sin más espera,
buscarte una rubia linda
que no esté cruzando el mar,
sino más cerca en tu orilla,
y abordarla con premura
sin ajustarle las bridas,
libres ambos como potros
cabalgando en la campiña.
Y si no es rubia, no importa,
hay morochas que podrían
remediar lo irremediable,
como azúcar en la herida.
Sólo me resta firmar
y afirmar en estas líneas,
que toda cuita se cura
cuando la sangre se activa,
y no moqueando en silencio
como la Virgen María...
Porque no hay Dios, ni Jurado,
ni desangrado Mesías
que te premie por sufrir
males de amores ¡Mi vida!
DIME DE LO QUE ALARDEAS...
Y TE DIRÉ DE LO QUE ADOLECES.
Consejos vendo, para mí no tengo...
¡Pero qué bien los doy! Con qué maestría,
con qué templanza, cuánta algarabía
pongo en los diálogos en que intervengo.
A los amigos que supe ganarme,
y a mis hermanos de sangre y del alma,
les brindo siempre palabras de calma
con la certeza de no equivocarme.
Con mis pacientes pacientes, con todo
ser que tropiece con mi verborragia,
armo en dos frases un pase de magia,
dando una mano… y también el codo.
Logrando al fin lo que con fe persigo,
por mis efectos tan consoladores,
duermen tranquilos con su mal de amores,
apaciguados por hablar conmigo.
Y cuando apago el sol dentro del nido,
voy escondiendo en baldes y fuentones
un mar de llanto con mis oraciones,
a ver si tengo suerte y si te olvido.
Las sombras cubren siempre mi castigo,
mientras yo compro en todos los rincones
curitas marca ¨pobres corazones¨
con la presencia de ningún testigo.
Banderas rotas de valor sostengo
en alto vuelo y sin poder decir
que por tu amor me muero sin morir…
Consejos vendo, para mí no tengo.
Lic. En Psicología Dra. Pura Espuma de Utilería
En algún pueblito perdido de la Pampa Húmeda Argentina
Invierno de 2011