"Las décimas son buenas para quejas..."
Félix Lope de Vega y Carpio
Félix Lope de Vega y Carpio
I
La que nació problemática,
avanza pifiando el paso
pero no frena, no hay caso…
(como una mula con ciática).
Y en esa estirpe dramática
de mujeres complicadas,
suscribo sobre estas gradas
como socia vitalicia,
pues nada me beneficia
callar verdades cantadas.
II
En LAS ÚLTIMAS PALABRAS
que encolumno (porque sí...)
me enorgullezco de mí,
¡madre de todas las cabras!
Y en un mar de abracadabras
agradezco lo que di,
lo que soy y lo que fui
sobre esta arena intangible
hecha de amor imposible
y sustento baladí.
III
Fui especialista en los colmos
y en radiar el desacato,
en ver el pelo en el plato,
bailar en todos los tolmos,
pedir peras a los olmos :P
y en buscarle al pobre gato,
(con el mínimo recato)
la quinta pata en discordia,
rogando misericordia
al lector por el mal rato.
IV
Por ende en esta espinela,
con venia de Don Vicente,
quiero decir formalmente
con verso de pura escuela
y una rima que se cuela
como un vendaval de audacias,
que procedo a dar las gracias,
colofón y despedida,
a esta altura de mi vida,
con aquestas verbigracias:
V
A los amigos más fieles
que de sol a sol, leyeron
mis cuitas, y que siguieron
como valientes corceles
mi causa. Y a los lebreles
que me hincaron los ijares
abandonando estos lares
(supongo que con razón…)
sin mediar explicación,
a pesar de mis pesares.
VI
Por cada segundo intenso
de risas frente al teclado,
por la gracia y el pecado
de andar este mundo inmenso
como si fuera un extenso
espejismo del Edén;
como si fuera ese tren
hacia la tierra soñada,
como si no fuera Nada…
maniatada en el arcén.
VII
Creo que es buena ocasión
para dar gracias a todos
los que de uno u otros modos
marcaron mi corazón.
Porque no tiene perdón
la dama que no enaltece
a quien por ley se merece
la gratitud más sincera.
Siempre hay un alma que espera
que la poesía la bese.
VIII
Y como el tango, de a dos
se baila, debo aceptar
que a tus pies me vuelva a hincar
-sólo por hoy- ; y ante vos,
¡bendita piedra de Dios!
(firmo las gracias con creces
en estos versos corteses…
sin pena, desdén, ni celo)
con quién, por gracia del Cielo,
tropecé una cuantas veces…
La que nació problemática,
avanza pifiando el paso
pero no frena, no hay caso…
(como una mula con ciática).
Y en esa estirpe dramática
de mujeres complicadas,
suscribo sobre estas gradas
como socia vitalicia,
pues nada me beneficia
callar verdades cantadas.
II
En LAS ÚLTIMAS PALABRAS
que encolumno (porque sí...)
me enorgullezco de mí,
¡madre de todas las cabras!
Y en un mar de abracadabras
agradezco lo que di,
lo que soy y lo que fui
sobre esta arena intangible
hecha de amor imposible
y sustento baladí.
III
Fui especialista en los colmos
y en radiar el desacato,
en ver el pelo en el plato,
bailar en todos los tolmos,
pedir peras a los olmos :P
y en buscarle al pobre gato,
(con el mínimo recato)
la quinta pata en discordia,
rogando misericordia
al lector por el mal rato.
IV
Por ende en esta espinela,
con venia de Don Vicente,
quiero decir formalmente
con verso de pura escuela
y una rima que se cuela
como un vendaval de audacias,
que procedo a dar las gracias,
colofón y despedida,
a esta altura de mi vida,
con aquestas verbigracias:
V
A los amigos más fieles
que de sol a sol, leyeron
mis cuitas, y que siguieron
como valientes corceles
mi causa. Y a los lebreles
que me hincaron los ijares
abandonando estos lares
(supongo que con razón…)
sin mediar explicación,
a pesar de mis pesares.
VI
Por cada segundo intenso
de risas frente al teclado,
por la gracia y el pecado
de andar este mundo inmenso
como si fuera un extenso
espejismo del Edén;
como si fuera ese tren
hacia la tierra soñada,
como si no fuera Nada…
maniatada en el arcén.
VII
Creo que es buena ocasión
para dar gracias a todos
los que de uno u otros modos
marcaron mi corazón.
Porque no tiene perdón
la dama que no enaltece
a quien por ley se merece
la gratitud más sincera.
Siempre hay un alma que espera
que la poesía la bese.
VIII
Y como el tango, de a dos
se baila, debo aceptar
que a tus pies me vuelva a hincar
-sólo por hoy- ; y ante vos,
¡bendita piedra de Dios!
(firmo las gracias con creces
en estos versos corteses…
sin pena, desdén, ni celo)
con quién, por gracia del Cielo,
tropecé una cuantas veces…