Mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo
ni sé
con qué pretexto
por fin
me necesites.
Mario Benedetti
I
Sobre rumbosa bandeja bruñida
te son servidos: mi cuerpo, mi alma
y * aquestas letras que el azar ensalma
como si fueran osamenta herida.
Y en esa escena se nos va la vida:
vos extendiendo la mano con calma,
sabiendo bien que el fruto no desalma
aunque se muestre manzana encendida;
y yo intentando separar la piel
del sentimiento que me va horadando,
para evitar sangrar sobre el papel
cuando tus dedos no me eligen, cuando
tu catalejo variable e infiel
en punto ciego me va transformando.
II
Entre bandejas de plata bruñida
no quiso Adán vivir atiborrado,
y prefirió morir atormentado
por mordisquear de la fruta prohibida.
Sobre bandejas de plata bruñida
el pobre Juan se vio descabezado,
por el capricho que engendró un pecado,
cuando en un tris, le quitaron la vida.
A veces pienso que fue un grave error
dártelo todo sin medir la entrega,
sabiendo bien que el pago a tanto amor
no me darías, ¡por mala estratega!
Yo ya te dije con cierto temor...
que más se ama lo que más se niega.
III
Y aunque en un yerro, yo te di por nada,
mi corazón partido y sazonado,
como si fuera un pan recién horneado,
sobre bandejas de plata lustrada,
tardé muy poco en estar enterada
de que después de haberme declarado,
de nada sirve borrar lo afirmado,
a riesgo inmenso de quedar burlada.
De cualquier modo, salvando el dislate,
una batalla perdida no encierra
el desenlace de todo el combate.
Y ese bastión que tu legión aferra
va a sucumbir después de un jaque mate,
porque soy yo quien va a ganar la guerra.
Entre mis piernas
vas a gestar tu propia Waterloo,
y no te salvan Dios ni Belcebú.
Sobre rumbosa bandeja bruñida
te son servidos: mi cuerpo, mi alma
y * aquestas letras que el azar ensalma
como si fueran osamenta herida.
Y en esa escena se nos va la vida:
vos extendiendo la mano con calma,
sabiendo bien que el fruto no desalma
aunque se muestre manzana encendida;
y yo intentando separar la piel
del sentimiento que me va horadando,
para evitar sangrar sobre el papel
cuando tus dedos no me eligen, cuando
tu catalejo variable e infiel
en punto ciego me va transformando.
II
Entre bandejas de plata bruñida
no quiso Adán vivir atiborrado,
y prefirió morir atormentado
por mordisquear de la fruta prohibida.
Sobre bandejas de plata bruñida
el pobre Juan se vio descabezado,
por el capricho que engendró un pecado,
cuando en un tris, le quitaron la vida.
A veces pienso que fue un grave error
dártelo todo sin medir la entrega,
sabiendo bien que el pago a tanto amor
no me darías, ¡por mala estratega!
Yo ya te dije con cierto temor...
que más se ama lo que más se niega.
III
Y aunque en un yerro, yo te di por nada,
mi corazón partido y sazonado,
como si fuera un pan recién horneado,
sobre bandejas de plata lustrada,
tardé muy poco en estar enterada
de que después de haberme declarado,
de nada sirve borrar lo afirmado,
a riesgo inmenso de quedar burlada.
De cualquier modo, salvando el dislate,
una batalla perdida no encierra
el desenlace de todo el combate.
Y ese bastión que tu legión aferra
va a sucumbir después de un jaque mate,
porque soy yo quien va a ganar la guerra.
Entre mis piernas
vas a gestar tu propia Waterloo,
y no te salvan Dios ni Belcebú.
*aqueste, ta, to. (Del lat. eccum iste).pron.dem.poét. este2.
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