I
Enamorado de los textos breves,
de la novela histórica, del cuento,
de las noticias alborotadoras,
de la delicia temporal del juego;
de las imágenes, de los sonidos,
de los discursos hijos del estruendo,
del brillo efímero, de lo vacío,
del ¨no me jodas¨, de ¨los copio y pego¨,
avanza el Mundo en bacanal carrera
con menos letras en su derrotero,
por un extraño puente discursivo
que cada vez está diciendo menos.
II
Yo me pregunto con melancolía
en qué lugar se morirán los versos
que va gestando la Madre Poesía
en estos tan controversiales tiempos.
Y en todo caso, si es que no se mueren...
¿en qué anaqueles llenos de silencio,
se dormirán los miles de poemas
que yo he firmado a corazón abierto?
III
Guardo esperanza de que al menos vos,
en contra todo costumbrismo impuesto,
de vez en cuando vuelvas a sus páginas
amarillentas de papeles viejos.
Porque no pueden robarme la fe
de imaginarte, cuando pase el tiempo,
sentado solo, frente a mi poesía,
emocionándote con mi recuerdo.
IV
Me niego a creer que la tinta que he usado
no tenga el don de agitarte en lo interno,
no te acelere algún que otro latido,
ni te genere en las venas un vuelco.
Y si eso ocurre, me veré obligada
a agradecer a esos oscuros versos,
que hayan logrado lo que yo no pude:
¡que se te salte el corazón del pecho!
Porque no pueden robarme la fe
de imaginarte, cuando pase el tiempo,
sentado solo, frente a mi poesía,
emocionándote con mi recuerdo...