Yo estaba
desesperado.
Hacía largo tiempo que lo estaba.
Hacía largo tiempo que lo estaba.
Mis hijos lloraban.
La más chica tenía fiebre
y vomitaba sangre
desde hacía dos días.
Mi mujer se había ido hace mucho ya
con una caravana de Bersheba.
No teníamos pan
ni agua limpia.
La más chica tenía fiebre
y vomitaba sangre
desde hacía dos días.
Mi mujer se había ido hace mucho ya
con una caravana de Bersheba.
No teníamos pan
ni agua limpia.
El romano llegó
cuando caía la tarde.
Yo oraba en silencio,
hacía tanto que oraba en silencio,
tantas noches,
muchas noches,
con los puños apretados
y los ojos sucios.
Yo oraba en silencio,
hacía tanto que oraba en silencio,
tantas noches,
muchas noches,
con los puños apretados
y los ojos sucios.
Me mostró las diez
monedas,
brillaban.
Me negué.
brillaban.
Me negué.
Cuando puso las
veinte restantes
en mi mano izquierda
la náusea de amarga bilis vino a mi boca.
Tragué, acepté y cerré el acuerdo.
en mi mano izquierda
la náusea de amarga bilis vino a mi boca.
Tragué, acepté y cerré el acuerdo.
Nunca me arrepentí,
pero tuve miedo.
Siempre fui un cobarde.
Siempre fui un cobarde.
Pedí a mis hermanas
que cuidaran a mis hijos
cuando les dejé la bolsa
con las treinta piezas de plata.
La soga en mi cuello era la única salida.
que cuidaran a mis hijos
cuando les dejé la bolsa
con las treinta piezas de plata.
La soga en mi cuello era la única salida.
La memoria humana y
la literatura
nos depararon:
a Él la Luz y a Mí la Sombra.
nos depararon:
a Él la Luz y a Mí la Sombra.
Ambos seguimos
compartiendo
un lugar misterioso
en las bibliotecas
y en la eternidad.
un lugar misterioso
en las bibliotecas
y en la eternidad.