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EL DESCARGO DE JUDAS



Yo estaba desesperado. 
Hacía largo tiempo que lo estaba.
Mis hijos lloraban. 
La más chica tenía fiebre
y vomitaba sangre
desde hacía dos días.
Mi mujer se había ido hace mucho ya
con una caravana de Bersheba.
No teníamos pan
ni agua limpia.
El romano llegó cuando caía la tarde.
Yo oraba en silencio, 
hacía tanto que oraba en silencio, 
tantas noches,
muchas noches, 
con los puños apretados 
y los ojos sucios.
Me mostró las diez monedas,
brillaban.
Me negué.
Cuando puso las veinte restantes 
en mi mano izquierda
la náusea de amarga bilis vino a mi boca.
Tragué, acepté y cerré el acuerdo.
Nunca me arrepentí, pero tuve miedo.
Siempre fui un cobarde.
Pedí a mis hermanas 
que cuidaran a mis hijos
cuando les dejé la bolsa 
con las treinta piezas de plata.
La soga en mi cuello era la única salida.
La memoria humana y la literatura 
nos depararon:
a Él la Luz y a Mí la Sombra.
Ambos seguimos compartiendo
un lugar misterioso
en las bibliotecas
y en la eternidad.



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POEMA REDUNDANTE

¨Es mejor ser rey de tu silencio, que esclavo de tus palabras¨ William Shakespeare Mule City,  25 de junio de 1612 ______________________  I ¿Qué más debiera decir que ya no te hubiera dicho? ¿Qué más podría escribir que todo lo que te he escrito…? ¿...? Va casi un lustro, y es claro que no se ha inventado el río capaz de apagar el fuego, cuando ese fuego es divino. Que no hay tormenta ni obstáculo, pantano, muralla, sismo que logre desenraizar la fibra de este amor mío. Un árbol que mal nació intrincado y retorcido, no siempre amaina su fuerza por haber errado el tino; al contrario, más se prende, multiplicando los bríos y extendiendo sus raíces a niveles infinitos. II ¿Qué más debiera decir que ya no te hubiera dicho? ¿Qué podría sorprenderte…? ¡Con todo lo que te he escrito! ¿...? No he escatimado recursos, imágenes, cartas,  libros, sitios web, redes sociales, para mostrarte con signos, mi franca moción de entrega, mi volcán de desatinos, mi corazón en bandeja, mi vendaval

UNA EXCEPCIÓN

  Yo que a nadie denuncio. Yo que no rezo. Que no pongo las manos en el fuego. . Yo que en nada milito. Yo que no apuesto ni vida ni tesoros a ningún credo. . Yo que marcho en contrario a los supuestos. Yo que hago apología del desacierto. . Que en la lid de los héroes no aspiro a un puesto. Que si veo Molinos no los enfrento. . Que en las tierras del justo no hago cimientos. Y que olvido las líneas del padrenuestro. . Yo que escondo la mano. Y no doy el ejemplo. Y no impugno ni afirmo. Y no corro, ¡vuelo! . Que abandono en mitad de la guerra a mi ejército. Y que niego tres veces, como Pedro. . Que trafico emociones a sobreprecio. Que jamás me pronuncio ni me juego. . Que no tengo bandera. Ni conciencia. Ni méritos. Pongo el dedo en los clavos y no creo. . ¿ Y si juro que sumo ? ¡ Resto ! . ¿ Y si digo que voy ? ¡ Vengo ! . . Yo, vacía de gracia. Yo que no intento modificar el mundo, ni protegerlo, . . hubiera dado todo 《lo que no tengo》 por oír(te) decir(me) Te quiero. . . . . . . . .