I
Hay en mis ojos luz de otras miradas,
suenan en mí los ecos de otras voces,
pluralidad de sombras, gestos, poses,
que me articulan con vidas pasadas.
Nadie se muere del todo, los otros
que por Destino nos antecedieron,
siguen estando cerca aunque se fueron,
siguen viviendo- por gracia- en nosotros.
II
El Cielo azul que habitan hoy mis muertos
está en la franca inquietud de las manos,
que en su heredad, impulsan mis hermanos
como un camino infinito y abierto.
Brilla en los ojos de Paula mi viejo,
y en mí, la oscura huella del Pasado
con el valor de un íntimo legado
que va cobrando vida en mis espejos.
¿Qué dejaré- además de papeles,
multiplicando polvo y rimas vanas
sobre los folios teñidos de canas
en el paisaje de los anaqueles?
¿Qué dejaré en aquellos que sucedan,
que sobrevivan justo en el instante
en que la Suerte, Destino mediante
dicte a mi oído que ya nada queda?
III
¿Quién va a heredar el volcán de este amor,
que se fraguó al contacto de tu piel;
quién guardará en su alma el oropel
de tanto verso labrado en tu honor?
¿ Cómo dirás mi nombre sin sonido,
en eco sordo, sin que sepa el mundo,
en la implosión de ese nimio segundo,
cuando el recuerdo le gane a tu Olvido,
¿qué guardarás de mí (tibio, en tus venas...)
cuando el Reloj se quede sin arena?