En dar el paso firme, pero lento.
En la estrategia del ¨mejor me callo¨.
En inclinar (y no quebrar) el tallo.
En no luchar en vano contra el viento.
En ser el agua fresca y no la arena.
Jamás la piedra. Siempre el hombro amigo.
En no sembrar cizaña sobre el trigo,
ni hablar con lengua propia de alma ajena.
En esperar y ver pasar los restos,
que arrastran esos ríos infernales
de todo aquél que esconde sus puñales
detrás del Nunca sumo y Siempre resto
Y al aguardo de que nazca alguna rosa
entre tanto pedregal y tanto espino,
trataremos de apostar y hacer camino,
por todas esas cosas.
P O R T O D A S E S A S C O S A S