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UN CESE



Por hábitos (que no dañan ni queman):
yo ponía las tostadas y el café
en la mesa, y con un resto de fe
esperaba que me escriba su poema.



Lo leía. Lo olvidaba. Me perdía
en tareas cotidianas: los papeles,
los alumnos, el trajín, los anaqueles,
y sin mucho analizar, cerraba el día.



En algunos me decía que me quería
y había otros con locuras a mansalva,
de la risa a la emoción: como una salva.
Yo - en un mar de sensatez- no le creía.



La existencia y su autocracia - transcurrían -
Me solía confesar que no lloraba
y a través de las palabras derramaba
su vorágine de penas y alegrías.


Pero ella se calló. No hubo más versos.
Su poesía se llamó a silencio puro
y se fue deshilvanando sin apuro
en el ancho corredor del universo.



Muchas veces me pregunto si agotó
su caudal inmoderado de palabras
o si aún está esperando que le abra
las compuertas de mi amor. (Ignoro yo



si sus lágrimas – por fin – se desbordaron
y barrieron con las letras que engendraron). 







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POEMA REDUNDANTE

¨Es mejor ser rey de tu silencio, que esclavo de tus palabras¨ William Shakespeare Mule City,  25 de junio de 1612 ______________________  I ¿Qué más debiera decir que ya no te hubiera dicho? ¿Qué más podría escribir que todo lo que te he escrito…? ¿...? Va casi un lustro, y es claro que no se ha inventado el río capaz de apagar el fuego, cuando ese fuego es divino. Que no hay tormenta ni obstáculo, pantano, muralla, sismo que logre desenraizar la fibra de este amor mío. Un árbol que mal nació intrincado y retorcido, no siempre amaina su fuerza por haber errado el tino; al contrario, más se prende, multiplicando los bríos y extendiendo sus raíces a niveles infinitos. II ¿Qué más debiera decir que ya no te hubiera dicho? ¿Qué podría sorprenderte…? ¡Con todo lo que te he escrito! ¿...? No he escatimado recursos, imágenes, cartas,  libros, sitios web, redes sociales, para mostrarte con signos, mi franca moción de entrega, mi volcán de desatinos, mi corazón en bandeja, mi vendaval

UNA EXCEPCIÓN

  Yo que a nadie denuncio. Yo que no rezo. Que no pongo las manos en el fuego. . Yo que en nada milito. Yo que no apuesto ni vida ni tesoros a ningún credo. . Yo que marcho en contrario a los supuestos. Yo que hago apología del desacierto. . Que en la lid de los héroes no aspiro a un puesto. Que si veo Molinos no los enfrento. . Que en las tierras del justo no hago cimientos. Y que olvido las líneas del padrenuestro. . Yo que escondo la mano. Y no doy el ejemplo. Y no impugno ni afirmo. Y no corro, ¡vuelo! . Que abandono en mitad de la guerra a mi ejército. Y que niego tres veces, como Pedro. . Que trafico emociones a sobreprecio. Que jamás me pronuncio ni me juego. . Que no tengo bandera. Ni conciencia. Ni méritos. Pongo el dedo en los clavos y no creo. . ¿ Y si juro que sumo ? ¡ Resto ! . ¿ Y si digo que voy ? ¡ Vengo ! . . Yo, vacía de gracia. Yo que no intento modificar el mundo, ni protegerlo, . . hubiera dado todo 《lo que no tengo》 por oír(te) decir(me) Te quiero. . . . . . . . .