Después de
siglos y de omisiones,
fue la sorpresa, y fue el incendio,
que en su abordaje no perdonó
voces ni letras, almas ni cuerpos.
Y por tocar el Cielo un instante,
suele pagarse el más alto precio:
Que a las palabras desestimadas
le sucedieran los desencuentros;
a las ficciones y al prolegómeno,
la discrepancia en los argumentos,
la disyuntiva por lo geográfico
y la impiadosa falta de tiempo.
fue la sorpresa, y fue el incendio,
que en su abordaje no perdonó
voces ni letras, almas ni cuerpos.
Y por tocar el Cielo un instante,
suele pagarse el más alto precio:
Que a las palabras desestimadas
le sucedieran los desencuentros;
a las ficciones y al prolegómeno,
la discrepancia en los argumentos,
la disyuntiva por lo geográfico
y la impiadosa falta de tiempo.
No se repite la perfección
(lo dijo de otro modo el Maestro),
Se conjuraron tantas estrellas,
no hubo manera de unir los sueños,
salvo en las lides de la poesía
y en la lujuria de los recuerdos.
.
.
La vida estaba tocando fondo
con su exigencia de actos, no verbos.
Y ya no había final alguno
que se pudiera evitar con versos.
.
Cronos se expide, y me ha dejado
sola, en los bordes de tu silencio,
sembrando humo con mis poemas
en las entrañas mismas del viento.
.
.
(Porque tocar el Cielo un instante
suele tener un muy alto precio).