Me he auto-empeñado a un soneto por día.
Voy contando sílabas, dispongo el teclado,
e inserto las letras en el molde armado…
- ¡Eso no es poesía, eso no es poesía!
- me dicta al oído un demonio con alas
o un ángel con cuernos, le presto atención.
- El verso gestado sin el corazón
es igual a un frígido edicto de Palas
que no tiene fondo, aunque mantenga forma,
sin sangre ni fibra, ni temblor de yemas.
No horada, no mella, no roza, no quema,
y más que un poema, parece una norma.
Y entre lagrimitas voy diciendo adrede:
La poesía no ¨es¨. La poesía, ¨sucede¨.
Voy contando sílabas, dispongo el teclado,
e inserto las letras en el molde armado…
- ¡Eso no es poesía, eso no es poesía!
- me dicta al oído un demonio con alas
o un ángel con cuernos, le presto atención.
- El verso gestado sin el corazón
es igual a un frígido edicto de Palas
que no tiene fondo, aunque mantenga forma,
sin sangre ni fibra, ni temblor de yemas.
No horada, no mella, no roza, no quema,
y más que un poema, parece una norma.
Y entre lagrimitas voy diciendo adrede:
La poesía no ¨es¨. La poesía, ¨sucede¨.