Vendemos: alma astillada
con invisibles cristales,
un teclado sin vocales
y un par de manos gastadas.
De Rocinante un supino
remedo, viejo y cansado,
y un yelmo todo abollado
por tanto chocar Molinos.
Vendemos versos con rima
en papel amarillento
y toneladas de viento
con cien otoños encima.
Vendemos hojas caídas,
un portalágrimas roto,
y en sepia, una vieja foto
con rosas recién nacidas.
Vendemos con el objeto
de vaciar tantos cajones
colmados de sinrazones
y trasnochados secretos.
Vendemos con la esperanza
de comprar nueva ilusión
que suture un corazón
herido por una lanza.
Vendemos cartas de amor
que nunca hemos recibido
y una flecha de Cupido
disparada por error…
Vendemos sin regatear.
Pero si nadie quisiera
pagar por esas quimeras,
las vamos a regalar…
Mañana por la mañana,
van a estar sin excepción
en perfecta exhibición
enfrente de mi ventana.
Me guardé… lo sabe Dios,
tu nombre (sublime resto),
y al menos que leas esto,
no habrás de saberlo vos.