Llueve con gris desconsuelo
y unos pulidos cristales
(como si fueran puñales)
se caen del cielo.
La lluvia nos miente un tango
y es decidora de cuitas
con su nostalgia infinita
de eximio rango.
Nos mezcla el azúcar puro
con las lágrimas de sal
y el agua nos limpia el mal
turbio y oscuro.
La novia suspira en vano,
los amantes se licencian,
los amigos se aquerencian,
tal como hermanos.
Mis ojos, que te reflejan,
nublándose bien a tono,
niegan del sol el encono
y no lo espejan.
Daría lo que pidieras
(de enumerarlo, me abstengo…)
daría lo que no tengo,
por que volvieras.
Daría lo que pidieras
(de enumerarlo, me abstengo…)
daría lo que no tengo,
por que volvieras.