Se agotó la producción de corazones
que hace años le salían por los ojos,
reemplazó por otro antojo los antojos
más antiguos, alegando mil razones.
Aplastó las invisibles mariposas
que el estómago le habían colonizado,
y en la caja de suspiros no han quedado
más que pétalos exánimes de rosas.
Superó la valla al fin, guardó el amor
bien debajo de la alfombra y pisa fuerte,
se cosió un regio sayal de buena suerte
y hace planes para estar aún mejor.
La cuestión (si es que hay cuestión), ahora sería
que no hay modo de volver a hacer poesía…