Han pasado los años como pasan
las gaviotas, las nubes, los veranos,
se nos fueron las horas de las manos
y un reloj- que es puñal- nos atenaza.
El palacio de naipes nos cobija
pero evita que el sol se muestre entero,
la muralla contiene al aguacero
pero no hay agua dulce en las vasijas.
Algún día vendrá a tocar la puerta
una blanca mujer de manos frías
y con ella se irán todos los días
a un extraño solaz de ruta incierta.
Hasta entonces, no voy a hilar más quejas.
Voy a ver cómo limo cada reja…