No sé si queda tiempo, si el Destino
- que ya marcó las cartas hace mucho -
me va decir si todo lo que lucho
vale la pena o es un desatino.
Es el otoño de mi vida y siento
que el corazón no me negó un latido,
y que quererte como te he querido
es un tesoro en este breve cuento.
No sé leer las líneas de mi mano
y no confío en globos de cristal,
tan sólo veo que esconde un puñal
este reloj que tengo como hermano.
Hacia un futuro incierto voy. Pernocto
en la manada de los inocentes
que hasta el final avanzan dulcemente
hilando versos para nada doctos.
Humana esencia, como el viento mismo,
como la arena que se escurre lenta,
como la pobre hoja amarillenta
que va secándose sin heroísmo.
Dejo en papel poemas color rosa
que no son más que un cúmulo de sueños,
(menguada herencia para mis pequeños…)
pero no puedo darles otra cosa.
Ya no soy dueña más que de esta hora,
y del amor que siento aquí y ahora.