Los espejos que cantan la verdad
se silencian de la noche en el filo,
y me esconden con extremo sigilo
entre sombras de buena voluntad.
Viene el sueño a recordarme tu boca,
luego el sol me va borrando tu huella
y se ha muerto ya la última estrella
cuando vuelvo a ser roca entre las rocas.
Y despierto y no te quiero y te olvido,
ni contesto tus cartas, ni te nombro,
y si leo tus versos no me asombro
de que a causa de mí,
hayan nacido.
Y atardece, y la luz
se disuelve,
y hay un nombre, es tu nombre, que vuelve…