Nacido de raíces majestuosas.
Besado por la lluvia, azul bautismo.
Del aurífero rayo el paroxismo
en las tantas caricias generosas.
De los nidos, sostén y albergador.
De los frutos, airoso fundamento.
Impertérrito adversario del viento.
Carne tierna del hosco leñador.
Bajo el hacha, sangrante vellocino
sobre un manto de nácares verdosos,
no lo lloren tus ojitos piadosos,
no es posible conmutar el destino
de ser balsa en naufragio, ser cruz,
o en aquerenciada guitarra, luz…