Les está faltando el alma, querida…
Como un árbol sin
savia, una flor sin perfume,
un trigal sin espigas
y sin sol que le sume
ese soplo de oro, que
es aliento de vida.
Te quedaste sin
magia, apostando a la rima,
sin un solo conejo
que sorprenda a la gente,
el amor que no fue,
que ni en ecos se siente,
la pasión que se
apaga y que a nada se anima.
Les pusiste un
corset, escribís en un muro
de fugaz vanidad,
abalorio gastado.
Eran falsas las joyas
de tu pobre legado,
el papel se mojó, el
tintero está oscuro.
Es el precio, Madame,
por pecar de utopía:
Que se quede sin el
alma tu poesía.