Se me borra de las palmas tu piel.
Salvadora, mi mente la evoca.
Se me borra de los labios tu boca
porque el Tiempo es un constante cincel.
Un mordiente, que minuto a minuto,
nos cercena lo que más adoramos,
y ofrecemos batalla, y luchamos
por guardar su blasonado atributo.
Los recuerdos, un tesoro invaluable.
No permitan que el reloj se los lleve,
no permitan que se cubran de nieve,
ni se vuelvan cuestión imperdurable.
Lo vivido, lo amado, su peso…
Nada somos si perdemos eso.