Quedate con los poemas.
La dignidad, me la llevo.
Y el amor que no me diste,
guardalo, ya no lo quiero.
Si te interesa tener
la memoria de mis besos,
podés, (aquí entre nosotros…
sería justo para ellos).
La cama te la regalo,
usala bien, te deseo
una fila de percantas
gozando de tus floreos.
La dignidad, me la llevo.
Y el amor que no me diste,
guardalo, ya no lo quiero.
Si te interesa tener
la memoria de mis besos,
podés, (aquí entre nosotros…
sería justo para ellos).
La cama te la regalo,
usala bien, te deseo
una fila de percantas
gozando de tus floreos.
Veo a rubias pechugonas
haciéndote merodeos,
con los escotes al aire
y la vergüenza en el suelo.
Que te aproveche, m´hijito,
sé feliz sin más rodeos,
lo que no me diste a mí
dáselos a ellas al menos.
Mis dos anillos de oro
no te los guardes, vendelos,
o regaláselos a ella
para comprarle algún beso.
Y usalos de borradores
a tantos libros de versos
que te firmé, bien sabés,
que no tienen otro dueño.
Las cartas que no escribiste
para mí, prendelas fuego,
y que el calor te sea útil
cuando te amargue el invierno.
Yo te quise, no es noticia,
y Dios sabe que te quiero,
y voy a quererte siempre.
Es así. No tiene arreglo.
Pero más me quiero a mí,
y me he arrastrado en tu suelo
lo suficiente, ya es hora,
de mirarme en el espejo,
lamerme bien las heridas,
levantar un poco el cuello,
e ir a pelearle a la vida
con mejores argumentos.
En fin, vos te lo perdés,
ya vas a ver, con el tiempo…
Quedate con los poemas.
La dignidad, me la llevo.