No tengo brazos pero igual te abrazo.
El corazón no sabe de barreras,
la buena fe no admite las fronteras
y la distancia se burla en un paso.
El alma es puente y besa en el instante
y si hay amor lo cruza sin medida,
para paliar el dolor de la herida
con la firmeza y la luz de un diamante.
No tengo brazos y me duermo lejos
de las espinas que te hirieron tanto,
y sin embargo abrazo tu quebranto
con intangible piel. Y en los espejos
vas a notar un leve resplandor:
es la presencia viva
de mi amor.