Me olvidé un jirón de alma en tu ventana,
me propuse pervivir (aún sin ella),
no se muere el cielo por perder estrellas
y la piel –aunque esté herida- pugna y sana.
Sigue el campo aunque se sequen los trigales,
sigue el mar aunque se vayan las gaviotas
y el peñasco sigue firme aunque estén rotas
las paredes por el viento y sus puñales.
El problema es que dejé mi corazón
en el lado más caliente de tu cama,
y me traje un pobre hueco que te llama
cuando el hielo me entumece la razón.
Ya he tratado – obviamente – de arreglar
la cuestión con medias gruesas, cobertores,
ropa térmica, un fogón, calefactores,
y no hay forma… ¡no me puedo calentar!
La llegada del invierno es cosa seria
y no encuentro al que reemplace aquel calor…
sin el alma, sin el cuore, sin tu amor
pareciera que me alojo en la Siberia.
¿No te importa devolverme lo que es mío
y evitar que yo me muera así… de frío?