Transcurro el tiempo
y ocupo el espacio,
como en un juego de
muñecas rusas,
y falta sólo una y no
hay excusas
para frenar. He
andado muy despacio,
y la que resta soy
yo, sin las otras,
sin las que he
inventado por temor,
sin el cendal de humo
del amor,
sin la defensa grupal
de ¨nosotras¨.
La más oscura entre
mis personajes,
la que ha vivido
siempre entre las sombras,
la que en el borde
mismo, aún te nombra,
quiere ponerle un sol
a sus paisajes.
Después de tanta
máscara que ampara,
pude encontrarme- por
fin- con mi cara.