Con la misma ilusión de las gaviotas
en el vuelo ambicioso hacia el calor,
le escapamos al frío y al temor
de la Muerte con nuestras alas rotas.
Dos agujas nos mienten y la arena
del reloj se desangra sin sosiego,
desoyendo el espíritu del ruego
que no logra aplazar nuestra condena.
En el aire lanzadas somos flechas,
pura espuma en la ola, un flash, un sueño,
y de nada incesante somos dueños,
somos brillo fugaz, somos dos fechas.
Y si acaso, unívoco y sincero,
fuera éste mi último poema,
volvería a tocar el mismo tema …
Volvería a decirte que te quiero.