Ir al contenido principal

A LA ESPERA DE UN MILAGRO



I
Se fue desgajando el día
como si fuera un rosario,
perdiendo todas sus cuentas
sin que ocurriera el milagro.


Se la pasó viendo el techo
la pared, el cielo raso…
con los ojitos perdidos
y en voz muy baja, rezando.












Pero no había respuesta.


























No había respuesta.




































No había...






































Ni la más nimia respuesta...
¿Dios no estaría mirando?
¿O alguna broma traviesa
le estaba jugando el Diablo?




II
 Maldijo al Sol, a la Luna,
a la Vía Láctea, a Vulcano,
a Zeus, a Alá, al Destino,
al Gaucho Gil y a los Santos.


Y mientras pura, a la bronca
se la estaba masticando,
no registraba sonidos,
sabores, colores, datos…




III
Pero al morirse la tarde,
por fin recibió el llamado,
y cruzó las veinte calles
acelerando los pasos.


(Si algun@ la hubiera visto
bien se habría imaginado
que tenía un par de alas
en lugar de dos zapatos... )




Fue así que sin suponer,
sin siquiera sospecharlo,
la noche helada de junio
le tenía preparado,


en una esquina del sur
de dos callejones mágicos,
otra vez la maravilla
del más precioso regalo.




IV
 No sé si en la sombra él vio
los corazones rosados
que ella expulsó por los ojos
cuando al fin pudo mirarlo.


Tampoco puedo contar
por guardar cierto recato,
lo que la Luna sí, vio...
dispuesta- sin duda- a espiarlos.




V
 Él regresó en el silencio
al que estaba acostumbrado,
(callar sentimientos suele
ser un muy prudente hábito....)




Ella volvió a medianoche
a la cama, y sin dudarlo,
le dijo otra vez en sueños
que sigue estando en sus manos,


que tiembla igual que una hoja
cuando lo siente cercano,
que no deja de pensar
en derretirse en sus brazos,


(como el metal en la fragua,
como la nieve en verano,
como el perfume de aceites
de ambas pieles al contacto…)




VI
Ella le teme un poquito
pero lo sigue llamando,
aunque se arriesga a que el ruido
rompa el cristal en pedazos…






Ella le sigue diciendo
con un repetido canto,
que en el instante en que él quiera
va a repetirse el milagro…


Y que ¡jamás! – Dios lo sabe-
(ella nunca jura en vano)
a pesar de los pesares
piensa dejar de adorarlo.



























Se fue desgajando el día
como si fuera un rosario…




















Entradas populares de este blog

OBRAS (IN) COMPLETAS - libro de poemas

 NUEVO LIBRO DE POEMAS  ❤ P ARA ACCEDER A LOS TEXTOS HAGA CLICK AQUÍ: OBRAS (IN) COMPLETAS    ARG,  febrero de 2023

POEMA REDUNDANTE

¨Es mejor ser rey de tu silencio, que esclavo de tus palabras¨ William Shakespeare Mule City,  25 de junio de 1612 ______________________  I ¿Qué más debiera decir que ya no te hubiera dicho? ¿Qué más podría escribir que todo lo que te he escrito…? ¿...? Va casi un lustro, y es claro que no se ha inventado el río capaz de apagar el fuego, cuando ese fuego es divino. Que no hay tormenta ni obstáculo, pantano, muralla, sismo que logre desenraizar la fibra de este amor mío. Un árbol que mal nació intrincado y retorcido, no siempre amaina su fuerza por haber errado el tino; al contrario, más se prende, multiplicando los bríos y extendiendo sus raíces a niveles infinitos. II ¿Qué más debiera decir que ya no te hubiera dicho? ¿Qué podría sorprenderte…? ¡Con todo lo que te he escrito! ¿...? No he escatimado recursos, imágenes, cartas,  libros, sitios web, redes sociales, para mostrarte con signos, mi franca moción de entrega, mi volcán de desatinos, mi corazón en bandeja, mi vendaval

POEMA DE FUEGO Y VIENTO

¨El amor y la distancia son como el fuego y el viento. A los grandes el segundo los enciende y a los pequeños, los apaga.¨ Víctor Hugo (1802-1885) __________________________ _______________ I Estás demasiado lejos y yo, demasiado triste, mientras la noche se viste con cegados catalejos. Un reproche sin reflejos transforma una llama en sombra bajo el fanal que se asombra sin palabra articular, hasta mil gotas sangrar cuando mi boca te nombra. II Estás demasiado ausente y yo, demasiado sola, como en la arena una ola purga condena silente, deshilándose impaciente, salada como una lágrima irisada, tibia, ingrávida, diluyéndose en el mar para después naufragar sobre el envés de su lámina. III Como una hoja en el viento se despoja del recato, cierro los ojos un rato, desentierro el pensamiento… desnudando ese lamento que va poblando mi ocaso. Abrazo tu ardor, me abraso como un leño al encender para en breve sueño ard