¨En aquél cajón está tu foto
llenándose de tierra.
Hace tanto que no la veo,
como a vos.
Como a vos...
¿ Te acordás del flaco Spinetta?
cuando cantaba:
Todas las hojas son del viento ...¨
M. Cantera
I
Con el más honesto fin
de soltar un poco el lastre,
y muy resuelta a vaciar
mis cajones, esta tarde,
con las ventanas abiertas
y el sol haciéndome alarde,
he puesto un cartel inmenso
sobre la puerta de calle.
Y en él, con cierta tristeza
y una cuota de desaire,
REGALO
(escribí en mayúsculas
con fibrón y en letras grandes)
II
Una genuina promesa
de que no ibas a olvidarme,
y un boleto de regreso
que – obviamente- no compraste.
Una cama de dos plazas
a la que no regresaste.
Y un jacuzzi con espuma
en el que ya no me hincaste.
Lencería blanca y negra
que no volviste a arrancarme,
y un jean -roto en las rodillas-
que no llegué ni a mostrarte.
III
Un ramo de rosas rojas
que vos no me regalaste,
y tres ¨Feliz Cumpleaños¨
que tres marzos te olvidaste.
Una cena con dos velas
que nunca me organizaste,
y un paseo que no hicimos
de la mano en ningún parque.
Una noche con estrellas
de la que no fuimos parte,
y un desayuno en tu casa
que jamás me preparaste.
IV
Mi libro nuevo (firmado)
que nunca pude entregarte,
y seis mil trescientos versos
que no alcancé a dedicarte.
Un bolígrafo de plata
con todas tus iniciales,
que compré en tu cumpleaños
y no me animé a mandarte.
(Al menos me hubiera ahorrado
grabar tu nombre, se sabe
la fortuna que hoy en día
te cobran por esas artes…)
V
Un barril de -¨¿ Me querés? ¨
que nunca me confirmaste,
y otro de -¨¿ No me querés? ¨
que tampoco me aclaraste.
Tres mil quinientos reproches
que no me atreví a plantearte,
y unas… ochenta preguntas
que no llegué a preguntarte.
VI
Un camión lleno de celos
con instintos criminales.
Y un Portalágrimas roto
que pierde por todas partes.
Cuatro mil doscientas cartas
que nunca me contestaste,
y cien señales de humo
que por supuesto, ignoraste.
VII
Un chocolate con nueces
que no comimos, y un vale
por un café en esa esquina
en la que yo iba a esperarte.
Una esquina- ya sin nombre-
remota e inalcanzable,
donde una rubia con botas,
trató y no pudo cazarte…
VIII
Tal montón de porquerías
(no sé quién querrá llevarse)
De nada a mí me sirvieron
para intentar conquistarte…
El camión de la basura
quizás lo mire y se apiade.
Pasa siempre a medianoche,
y en una de ésas, lo arrastre.
IX
En fin, el punto es que hoy
(por soltar un poco el lastre...)
fui vaciando mis cajones,
y puse un cartel gigante,
que dice en rojo :
REGALO
(lo que ya he descripto antes)
y ahí está el pobre, colgado
en la puerta de mi calle.
X
Solo me resta esperar
que la gente lleve y saque…
pa´ ver, si soltando cosas,
puedo empezar a olvidarte.