Tragame, Tierra, que mi cobardía
avanza al mismo paso que la noche,
y no escatima tacha ni reproche
el Juez que habita dentro el alma mía.
Ya pisa en falso mi planta y su huella
hará que el íntimo terror me alcance,
(que no hay plegaria que frene el avance
firme y oscuro de una mala estrella).
Si me quedara un atisbo de brío
o pizca mínima de intrepidez,
debiera ya enmendar la estupidez
que me ha inundado con su amargo río;
y echando mano de un gesto postrer
y ¡ más que digno ! , desaparecer…