I
Confieso aquí que me hubiera gustado
ser la autora del último terceto,
más aún, de ¡todo ese soneto!
que el Maestro llamó ¨El enamorado¨.
Ser la artífice de versos viscerales
como aquellos que fueran engendrados
por la luz de Almafuerte y titulados:
¨Los Siete Sonetos Medicinales¨.
II
También confieso que hubiera querido
una paga de amor, por tanto empeño.
Que dijeras mi nombre entre tus sueños
y jamás me asignaras al Olvido.
Que tu lista de hembras precediera,
por impacto, perfil y distinción,
y en la muy pintoresca colección
de esas damas, primer premio obtuviera.
Que me hubieras pedido que regrese,
que burlaran las leyes de la ausencia
mis palabras. Y que tu indiferencia
ya no fuera un dictamen que me pese.
III
Ser tu punto de luz ante a lo adverso,
ser reposo para tu pie cansado,
perpetuarme en tu historia con un verso,
ser motivo de gracia, de pecado,
y el amor de tu vida, y tu universo,
confieso aquí que me hubiera gustado…