I
No vuelvas a enamorarte.
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¡Es tan altísimo el precio
de entregar el corazón!
No asumas tamaño riesgo.
Los hombres se vuelven fuertes
si superan el tormento,
y ya no sufren de amores
cuando se cubren el pecho
por ejemplo, con la placa
de una coraza de acero
o con el digno blasón
que da un escudo de hierro.
II
Un hombre que se enamora,
sin medir costos, y un perro
sumiso con lengua afuera
tienen mucho parentesco.
No hay mayores diferencias
entre ambos casos que cuento,
conviniéndote, con creces,
escuchar este consejo.
III
Y si acaso... no pudieras
evitar el desacierto
de caer como un chorlito
en la jaula de otro apego,
como excepción absoluta
y último error, te sugiero
que te enamores ¡perdido!
de quien suscribe estos versos…