I
Corazón con mil puñales
y mil heridas abiertas,
que dejarán de sangrar
a puro latido y fuerza;
todavía no pudiste
saber que la fibra extrema
no está en la sangre bombeada
sino en el tajo que cierra.
II
Todo aquello que no mata
multiplica fortalezas,
se vuelve yelmo, coraza,
superación y potencia;
y en el filo del metal
que te ha herido en las contiendas,
la ventura te está dando
una invencible herramienta.
III
No reniegues del puñal
que de la vida a las vueltas,
terminará siendo causa
de tu mayor fortaleza.
Nunca dudes del valor
de eso que en forma de perla,
vos le llamás corazón
que, no creo… tenga dueña.
Y si acaso la tuviere,
anoticiarla, debieras
que hay una joya invaluable
entre su pecho y sus piernas.
Asimismo, con palabras,
(que más que claro ella entienda)
exigirle que la cuide
como a la más cara gema.
IV
Yo, como Venus marchita,
sin brazos, rozo tu estela
con este engarce de versos
convertidos en poema,
para darte garantías
y sentar jurisprudencia,
que te espolee a querer
tan solo a la que te quiera.
V
No debe rogar amor
el caballero que sepa
que vale todas las lágrimas
de las damas que lo acechan.
No debe rogar amor,
sino darlo a manos llenas,
y recibirlo ¡tan solo
de aquella que lo merezca!
VI
Y si un día te acorrala
una voraz nube negra,
no te olvides que es de ahí,
de donde cae el agua fresca;
esa que lava la sangre,
esa que te abre las puertas,
la que te muestra el camino,
la que te espanta la niebla.
VII
Y en esta instancia, me animo
a firmarte una promesa
de adoración sin reparos,
cláusulas, vetos ni reglas,
pidiendo a cambio lo mismo,
aunque te suene a quimera,
y que después, el Destino,
con sus alas,
nos envuelva.