I
Si el ser humano viera que el Futuro
es una mano escuálida y vacía,
tanta carrera loca detendría
en una orilla de puerto seguro.
Los pies cansados, rotos, hundiría
en ríos hechos con azúcar puro,
para curar los tajos del oscuro
puñal que fue infectando sus heridas.
Al fin sabría que sólo hay Presente,
bajo el fugaz candil de las estrellas,
y pediría el deseo fecundo
de ser feliz del modo más urgente,
grabando en sí la luz de todas ellas,
valuando en oro el confín de un segundo.
Fuerte y profundo,
aspiraría a pleno el sol naciente
para guardar su luz, eternamente.
II
Cuenta una historia antigua que en las noches,
el congelado cierzo sopla en vela,
el camposanto invade con su estela
y se acobarda en cruces, placas, broches...
porque la gente osada va rozando
sobre los mármoles su palma abierta
con la esperanza de encontrar la cierta
tibieza interna y mágica emanando.
Y que la encuentran, pura y desbordando,
con el calor que fue guardado en Vida
por esos cuerpos que la Muerte embrida;
y toda lógica van desafiando,
y todo canon van desvaneciendo
con su legado de fuego emergiendo.
¡Sigo insistiendo!
Calentá el mármol que será tu cuna,
bebiendo hoy:
el alba,
el sol,
la luna…