UN DESCARO

Yo: que desde que nací le pifio al paso.
Que si apuesto a todo es porque nada tengo.
Que difícilmente voy. Que siempre vengo.
Que no soy muy generosa en los abrazos.
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Y que habito en los confines de Macondo.
Que me dejan (sin mirarme) de costado.
Que pagué con sobreprecio mis pecados,
y que tengo un doctorado en tocar fondo.
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Y que sufro rebeldías arbitrarias.
Que no enseño con un método habitual.
Que me van a despedir por el ritual
de incumplir las normativas literarias.
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Que salté del barco antes de zarpar.
Que me fui de donde nunca había estado.
Que si vivo acá, cimento en otro lado.
Que enterré el diploma antes arrancar.
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Que no muevo media pesa en la balanza,
que no mido más allá del ras del piso,
que jamás acudo a pócimas ni hechizos,
que no ostento: ni una curva, ni una lanza;
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que no lucho por banderas ni doctrinas,
que no resto pero que tampoco sumo,
que soy máster oficial en vender humo
y avezada mercenaria de oficina.
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Yo, que tengo un extravío galopante.
Que no veo ni de cerca ni de lejos.
Que no logro distinguirme en los espejos.
Que ¡ jamás ! me llevo el mundo por delante...

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esta noche le he pedido al Universo:
que te incendies con mis versos.

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E S T A N O C H E

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