I
ELLA aportó las palabras;
ÉL, los silencios sin tregua.
Y entre los dos engendraron
una jarcia de poemas.
ELLA les puso el amor;
ÉL, la pura indiferencia,
y así se fueron gestando
con la quietud de una perla.
II
ELLA dejó de escribirle
un día de primavera,
un poco por decepción
y otro poco por tristeza.
ÉL siguió hablando con otros
usando sus propias letras,
pero nunca utilizó
ese recurso con ELLA.
III
El tiempo pasó volando
(casi al ras de las estrellas),
y entre el silencio y los versos
se durmieron los poemas.
Las palabras se preguntan
que habrá ocurrido con ELLA,
y aunque articulan mil frases
no atinan a una respuesta.
Quizás el silencio de ÉL
también logró convencerla,
y le ganó la batalla
a su cascada de letras.
O simplemente eligió
con un gesto de prudencia,
acallar el trino en vano
de tanta trova indiscreta.
Cuando en las ramas de un árbol
las aves lugar no encuentran,
renuncian a hacer el nido,
cambian de rumbo y se alejan.
IV
Por suerte, como recuerdo
sutil de la historia aquella,
en su anaquel guarda libros
atestados de poemas,
que por un dulce milagro,
de pronto, se desperezan,
se llenan de luz, sonríen,
y con gracia se despiertan
(como volviendo a la vida...)
cuando en la noche ELLA sueña
que respetando el silencio,
ÉL, sin palabras, la besa...
ELLA aportó las palabras;
ÉL, los silencios sin tregua.
Y entre los dos engendraron
una jarcia de poemas.
ELLA les puso el amor;
ÉL, la pura indiferencia,
y así se fueron gestando
con la quietud de una perla.
II
ELLA dejó de escribirle
un día de primavera,
un poco por decepción
y otro poco por tristeza.
ÉL siguió hablando con otros
usando sus propias letras,
pero nunca utilizó
ese recurso con ELLA.
III
El tiempo pasó volando
(casi al ras de las estrellas),
y entre el silencio y los versos
se durmieron los poemas.
Las palabras se preguntan
que habrá ocurrido con ELLA,
y aunque articulan mil frases
no atinan a una respuesta.
Quizás el silencio de ÉL
también logró convencerla,
y le ganó la batalla
a su cascada de letras.
O simplemente eligió
con un gesto de prudencia,
acallar el trino en vano
de tanta trova indiscreta.
Cuando en las ramas de un árbol
las aves lugar no encuentran,
renuncian a hacer el nido,
cambian de rumbo y se alejan.
IV
Por suerte, como recuerdo
sutil de la historia aquella,
en su anaquel guarda libros
atestados de poemas,
que por un dulce milagro,
de pronto, se desperezan,
se llenan de luz, sonríen,
y con gracia se despiertan
(como volviendo a la vida...)
cuando en la noche ELLA sueña
que respetando el silencio,
ÉL, sin palabras, la besa...
El tiempo pasó volando
(casi al ras de las estrellas),
y entre el silencio y los versos
se durmieron los poemas.
Pero vuelven a la vida
cuando en la noche ELLA sueña
que respetando el silencio,
ÉL, sin palabras, la besa...