I
Cuando el año se desgaja de sus días,
en tu nieve o en mi estío, ya sabemos
que como agua entre las manos, lo perdemos,
y que no regresará. Las alegrías
y el dolor acumulados son los remos
que agitamos en un mar de aguas bravías,
y colgamos con antiguas letanías
en un árbol de neón que encenderemos.
Nos sentamos a esperar sin rebeldía,
apostamos a su bienaventuranza,
y entregamos los destinos a la mansa
maravilla que traerán los nuevos días.
O a su trágico caudal de alferecías,
o a su mágico torzal de albur, que transa,
la de arena y la de cal con la esperanza
de saber que estamos vivos todavía.
II
¿Me darías
de tu espalda, un sector, el que más quema...?
Mi estrategia es dibujarte una utopía
en un tris (mi agilidad te asombraría)
y trazarte con el roce de mis yemas,
y tu venia - las tres letras de mi nombre-.
(¡Es lo menos! que podría darme un hombre...)
III
Lograría
que me lleves en la piel a cada instante,
que tu espejo me refleje con porfía,
(aunque temo que quizás no lo verías,
pues tus ojos miran siempre hacia adelante).
Pero solo y sin testigos (tengo fe),
que espiarías esa huella que dejé.
¡Un tatuaje es un pedido irrelevante!
El paisaje de tu espalda es tentador,
y dan ganas de poner sello de autor
sobre un folio tan edénico y gigante.
IV
Y si otra, al desnudarte, ve y te acusa,
ya urdiremos qué argumentos le expondrías,
sos astuto y sé que algo inventarías.
Yo podría sugerirte un par de excusas
si debieras rendir cuentas al desvelo
(y ayudarte con los daños eventuales)
de las féminas enfermas por los celos
que se agravan por las fiebres estivales.
Y si acaso te intimaran, dame el dato,
que ¨ad honorem¨, te armaría un alegato...
Y... saber, ya a estas alturas deberías,
que la firma de un poeta es un tatuaje
imposible de borrar de tu paisaje
(¡ni arrancándote la piel! lo lograrías ;)