PRESAGIO
¨¡No regreses a Macondo!¨
Tantas veces, por cien años,
me lo advertiste, Gabriel,
(Nobel Arcángel de Letras)
pero no evalué los daños
y regresé.
Regresé, nada fue igual.
Las calles donde pisé
eran inmensos peldaños.
Lo busqué, no lo encontré,
me condené al desengaño
de un siglo de soledad.
Y aunque este amor va creciendo
como una raíz, hendiendo
con su tesón mi heredad;
y un latido visceral
(intenso, escondido, hondo)
oprimido y desde el fondo
me repite sin cesar:
que no vuelva si él no está,
¡que no debo regresar!
que no regrese a Macondo...
¨¡No regreses a Macondo!¨
Tantas veces, por cien años,
me lo advertiste, Gabriel,
(Nobel Arcángel de Letras)
pero no evalué los daños
y regresé.
Regresé, nada fue igual.
Las calles donde pisé
eran inmensos peldaños.
Lo busqué, no lo encontré,
me condené al desengaño
de un siglo de soledad.
Y aunque este amor va creciendo
como una raíz, hendiendo
con su tesón mi heredad;
y un latido visceral
(intenso, escondido, hondo)
oprimido y desde el fondo
me repite sin cesar:
que no vuelva si él no está,
¡que no debo regresar!
que no regrese a Macondo...