Este camino
ya nadie lo recorre,
salvo el crepúsculo.
Matsuo Basho
Amor de ida:
Brote inabarcable,
brazo de agua, vena transparente
que mil y una noches indecente
con su virtud silente inconfesable,
calmó mi sed antigua. Tu vertiente
se deshilvana ambigua e inestable,
como se apaga el sol en el poniente
sobre las viejas piedras de estos ojos,
llevando en sí la mar de mis arrojos.
Amor de ida:
Báculo divino,
ramal inquieto, fuente poderosa,
indescifrable espejo del destino,
la irrazonable fe, la eterna rosa,
la flor salvaje ardiendo entre el espino,
la movediza nube presurosa,
señal precisa en medio del camino,
trasunto azul de ríos opulentos,
punto de luz en cielos turbulentos.
Amor de ida:
Manzano prohibido,
puntal de vida, pan multiplicado,
madero al lado del bajel hundido,
original motivo de pecado;
con este verso gris y bien parido
te digo hoy, a verbo despojado,
(sin más temor que aquél que me ha dolido
por no poder morir a tu costado)
que en este ocaso dulce y sosegado:
No me arrepiento de haberte sentido.