I
El Ángel Azul bajó
hace un año, de una estrella,
para alegrarnos a todos
la vida y la primavera.
Airado, llegó el mocoso,
para opacarles belleza
al encumbrado rosal
y a la sutil madreselva.
De a poco, se fue cortando
(con invisibles tijeras)
las dos alas que tenía
nacaradas como perlas.
De azul, conservó los ojos,
para que el Cielo supiera
que tiene un competidor
de cuidado, acá en la Tierra.
En el perchero dejó
colgadas las alas nuevas,
y la aureola la perdió
haciendo mil volteretas…
II
Pedro se llama. Podría
llevar un nombre cualquiera,
pero eligieron dotarlo
con la virtud de la piedra,
que es base y cimiento fuerte,
que no teme a las tormentas,
que soporta el golpe artero
del viento y no se amedrenta.
Que seguirá de sus padres
la bien dibujada huella,
y hará aún mejores caminos
confiando en sus propias piernas.
Que dará luz en la sombra
cuando la sombra nos quiera
cubrir con el manto odioso
de sus nubes traicioneras.
Que será río en el medio
de nuestros mares de arena,
y brújula incontestable
si le erramos a la senda.
III
Y el Ángel alicortado
que hoy se ríe, canta, y reina,
se ha convertido en un mago
devastador de tristezas.
El Ángel Azul bajó
hace un año, de una estrella,
para alegrarnos a todos
la vida y la primavera.
Pedro se llama. Podría
llevar un nombre cualquiera,
pero eligieron dotarlo
de solidez y nobleza.