No existe señal más clara
que Madre Natura entrega,
para decirnos que siempre
volverá la Primavera.
Estamos grises, las ramas
desnudas, de frío tiemblan;
los jardines silenciosos
abren los ojos y esperan.
Las mariposas están
esperando que las venga
a buscar la brisa tibia
para inundar las veredas.
Los pájaros, en el nido
las alas blancas se peinan,
mientras aguardan del cielo
la azul y dorada seña.
El sol como un buen gigante,
de a poco, se despereza,
(es que el invierno duró
una larguísima siesta).
Y entonces, justo en setiembre,
el 21 se espejan
con emoción los colores
pintando todas las puertas,
llenando todas los patios
de flores recién abiertas,
e inundándonos el alma
de esperanza y de tibieza.
No hay mal que dure cien años,
ni frío invierno que pueda
ganarle al mágico arribo
de la airosa Primavera.