y esta piel con la sangre no tan fría
que contiene el derrame y que (algún día)
pasará a los archivos del recuerdo.
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Este vientre, que no mintió latidos,
(aunque siempre juró amor en las ficciones):
tantas máscaras como corazones,
excepto cuando ve lo que ha parido.
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Estos pies, que no tienen firme el paso.
Estas manos, que en lugar de hacer poesía,
se estrujan con el trapo y la apatía
de un mundo de papel y cielo raso.
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Esta lengua, que estrangulan las cadenas,
esta espalda, que rinde pleitesía
al dios del oro falso y la porfía;
y estos ojos, nublados por las penas:
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tan sólo son un precio y una escala
hasta expandir las verdaderas alas.
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《LAS VERDADERAS ALAS》
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S I L