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A todo pensamiento y toda mano
que contra nuestra sangre se levante,
que la Tierra ponga precio a sus desplantes
y lo paguen con rigores espartanos.
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Que a todos los fiscales y agresores,
veedores y opinólogos, su espada
se convierta, al caernos la estocada,
en la más delicada de las flores;
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y que nunca se marchiten sus colores,
que el sol intensifique sus morados
sobre las tumbas con los nombres borroneados
de aquellos que en su afán de inquisidores
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pisaron con su lengua o con sus pies
el jardín fraterno QUE AQUÍ VES.
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《QUE AQUÍ VES》
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