Malaventurados los que a su ventana
le ofrecen la espalda y la inconsciencia,
y apuestan al odio y la violencia
que ayaculan las cajitas cuadradas.
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Malaventurados los que no agradecen.
Los que miran las nubes y no el cielo.
Los que construyen sobre el desconsuelo
y no bendicen los panes ni los peces.
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Malaventurados los que no reparan
ni en las flores ni en las horas ofrecidas
(ignorando esa metáfora de vida)
pisoteándolas, como si le ganaran
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a alguien la carrera (sin pensar)
que ya perdieron antes de largar.
S I L