En nombre del amor que nadie nombra
(excepto entre los marcos de las fotos
los días en que tantos vidrios rotos
se ocultan bajo el peso de la alfombra),
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se avalan matrimonios y ostracismos,
mentiras que simulan ser lealtades,
elogios a las propias soledades
y arengas a la fe por uno mismo.
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Se muestran las vidrieras sin infiernos,
se pintan las paredes de colores,
se exhiben las sonrisas y las flores,
se niegan los hastíos y los cuernos.
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Se expresan divorciados y solteros,
se gritan los discursos sin erratas;
dos pares valen más que un par de patas
y el hombre que no ladra es un _ _ _ _ _ _ .
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Adán no muerde más. Está asustado.
(Balanza en el que el fiel es bien infiel),
no siempre aquél que quiere va a poder
vivir hasta la muerte acorazado.
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El resto siempre evade las respuestas,
la flecha de Cupido ya no suma,
el pobre fue exiliado (es pura espuma
diciendo que ni vuelve ni contesta).
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¿ Y yo ? Soy doctorada en cacareos
¡pero nunca puse el huevo!
¡nunca puse el huevo!
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S I L