Se me hizo
tarde para la virtud
y en el reparto
del agua bendita,
sin intención,
me equivoqué de ermita,
con un problema
grave de actitud.
Y aquel mortal que
esta verdad desmedra
puede arrojar
mi nombre al fuego eterno,
puede exiliarme
al puerto del infierno,
puede tirarme
la primera piedra.
Pero, cuidado,
que al juzgarme tanto
y entretenerse
mucho con mi caso,
es alto el
riesgo de pifiar el paso
y de enredarse
con el propio manto…
Yo, por mi parte, transito en la cuesta
con mi precaria humanidad a cuestas.