Tu Nombre, ese cadalso, esa espesura,
que abreva en cada estrella del deseo,
que firma en cada línea que releo
su explícito decreto de ternura.
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que abreva en cada estrella del deseo,
que firma en cada línea que releo
su explícito decreto de ternura.
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Que ubicuo, como el dios de los extremos,
extiende su raíz y serpentea
impune por mi cama. Que alardea.
Que ríe del incendio en que me quemo.
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extiende su raíz y serpentea
impune por mi cama. Que alardea.
Que ríe del incendio en que me quemo.
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Que mientras fue imposible, no importaban
las luces de neón que me encendía,
pero al hacerse carne la utopía,
se convirtió en ergástula y en lava.
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las luces de neón que me encendía,
pero al hacerse carne la utopía,
se convirtió en ergástula y en lava.
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Tu Nombre, ese motor, esa herejía
que puede ver (detrás de tanto humo)
que el pan sobre mi mesa oculta el grumo.
Que va llenando el hueco de los días.
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que puede ver (detrás de tanto humo)
que el pan sobre mi mesa oculta el grumo.
Que va llenando el hueco de los días.
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Que escribe sobre el mar este poema,
que graba sus seis letras en el viento,
que advierte que sublima mi tormento,
burlando con poesía el anatema.
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que graba sus seis letras en el viento,
que advierte que sublima mi tormento,
burlando con poesía el anatema.
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Tu Nombre, ese gigante desvelado
que rompe los cristales, que me mira
después de haber negado la mentira
tres veces. Que me muerde en un costado.
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que rompe los cristales, que me mira
después de haber negado la mentira
tres veces. Que me muerde en un costado.
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Que rueda aunque no es lágrima. Que moja
la anónima blancura de estas hojas.
la anónima blancura de estas hojas.
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D E E S T A S H O J A S
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